Las legislaciones globales tienden a incentivar el uso más intensivo de biocombustibles, y Córdoba participa de forma activa liderando procesos de uso más intensivo de combustibles renovables.
Hay verdades irrefutables. La concentración atmosférica de dióxido de carbono es la mayor de los últimos 800 mil años y causa incendios de magnitud, como los sufridos en Corrientes, en Córdoba y en diversas regiones del planeta, junto con graves inundaciones y sequías intensas que impactan sobre el entorno humano, animal y vegetal, fuentes de alimentos y energía.
El 16% del total de los gases globales emitidos los causan nuestros medios de transporte. El 47% de esa emisión corresponde a vehículos particulares y el 30% a camiones y ómnibus impulsados por combustibles fósiles.
Una de las fuentes alternativas más eficientes a los combustibles fósiles son los biocombustibles. Los de primera generación se producen a partir de cultivos alimentarios, como el biodiésel de soja, girasol y jatrofa y el etanol derivado de caña de azúcar, maíz y sorgo, entre otros; mientras que los biocombustibles de segunda generación surgen de cultivos no alimentarios o materia orgánica procedente de desechos de madera, agrícolas y orgánicos de los hogares, biomasa, algas marinas y desechos municipales.
Se desarrolla biodiésel a partir de grasas animales, aceites usados, madera y paja, y es posible hacerlo a una escala que reduzca la demanda de cultivos alimentarios y forrajeros Sin embargo, el dilema entre destinar cultivos alimentarios a alimentación o energía sigue vigente.
Si estimamos cuál es la prima verde –es decir, cuál es el costo adicional que se paga por un combustible que sea neutro en emisiones de carbono frente a aquellos que generan huella de carbono–, los biocombustibles producidos con bajo uso de fertilizantes y a partir de desechos agrícolas o de insumos no destinados al alimento son hoy a nivel global 40% a 50% más caros que los combustibles fósiles, cuando hace cinco años eran casi 100% más caros. Es por ello que veremos cada vez más oferta de biocombustibles, que a su vez son mucho más económicos, flexibles y escalables que producciones alternativas de combustibles ambientalmente amigables, como la producción de hidrógeno, que tiene una prima verde actual estimada en 110%.
La política tiene un rol central que cumplir. Las legislaciones globales tienden a incentivar el uso más intensivo de biocombustibles y Córdoba participa de forma activa liderando procesos de uso más intensivo de combustibles renovables, que incluyen la adecuación de los vehículos de la flota pública para usar biocombustibles.
Las provincias de la pampa húmeda deben seguir promoviendo la utilización de los combustibles renovables, que contaminan menos y que permiten generar más empleo de calidad. La industria de biocombustibles genera 65 mil puestos de trabajo y produce positivas externalidades ambientales, económicas y sociales.
La cuestión central es cómo podemos generar avances que cuiden el planeta, no reduzcan los niveles de bienestar de la población que demanda cada vez más transporte, y no afecten gravemente la disponibilidad de alimentos
Los biocombustibles aportan bienestar y mejoran el ambiente. Queda mucho por recorrer y dilemas por resolver, pero es el camino imprescindible.
* Consultor en economía circular y sostenible. Ecobait 360
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